viernes, marzo 28, 2008

Mis frases célebres


Mi boca ha emitido frases célebres durante este último tiempo. Como es la tónica, daremos los titulares y las bajadas para que usted, querido lector, se haga alguna idea de lo que acontece en mi existencia.

“Mi vida lúcida ha transcurrido entre rehabilitaciones”. Noté que a pesar de mi espíritu aventurero y adicto a la adrenalina me ha llevado a eso: numerosas visitas a la mutual para seres arriesgados, rasguños, cortes, esguinces y fracturas. Me la pasó en un ciclo de pensar-aventura-rehabilitación-pensar-aventura-rehabilitación.
Es cierto, uno aprende las caídas. Tampoco soy tan clever y tengo bastante de masoquista, por lo que generalmente con sólo una caída no siento que he aprendido a superar el obstáculo del todo. Puede ser de hipocondríaco o que me enamore de la sensación de los medicamentos que me dan en rehabilitación, pero, soy un visitante muy frecuente de estas casas de salud.

“No quiero pronunciar las palabras: ‘Chile’, ‘España’ ni ‘País’ por un largo tiempo”. Cada vez que Bono retumba en mi tímpano con “…touch me, take me to another place…” pienso en lo construido aquí, en lo que podría construir en otra parte, lo que podría destruir aquí, lo que podría destruir allá. Son interrogantes que se esfuman y desaparecen como vampiros con la luz solar cuando las razones de mi decisión justifican la estadía y el no-escape; no obstante, aparecen cuando cae la noche cargada de estrellas melancólicas.

“Me pesa demasiado no poder estar ahí”. Así como la ropa, cuando tienes un sweater nuevo (más aún si es una ostentosa marca o un avance de temporada) lo ocupas tanto como si fuera la única prenda abrigadora presente en el armario, dejando de lados todas las otras prendas del mismo grosor y que han abrigado algún frío invierno(s). Tengo algunos pantalones y chaquetas regalones que no usado hace mucho tiempo, o sólo contadas ocasiones. Cuando los miro ahí en el armario, me invade la culpa. Sé que ellos al permanecer tanto tiempo allí pueden apolillarse o adquirir ese olor a humedad no merecidos; necesitan (y han necesitado) utilidad, como yo a ellos. Debo remediar ese asunto.

“Hace dos años atrás, yo hubiera hecho/reaccionado…”. Últimamente he tenido decenas de evocaciones y acontecimientos que me recuerdan una etapa pasada, donde me esmeré un cavar una profunda tumba y edifiqué un tétrico mausoleo para hacer desagradables las visitas a este cementerio a dejar claveles. Personas, personajes, héroes, villanos, domicilios, cuartos y ventanas antiguos han pasado, aunque sea como destellos fotográficos; pero ya está el hecho que parecen dar una vuelta del, según yo, hermético ataúd donde deposite aquellas vivencias.
Si permitiera que aquellas filtraciones se apoderarán de quien soy actualmente, de seguro tendría muchos clímax y conflictos gratuitos y/o de bajo costo en el mercado, mas gran desgaste personal. Paciencia, tolerancia, sonrisas y positivismo —cual Kathy Barriga— hacen destellar mi nick: Rebirth. Como canta la Furtado: “todo lo bueno tiene un final”, un alivio de saber que renacer es tan bipolar como una tarta de frutas cítricas, por ende, aún no huelo ese final. Obviamente, todo tiene perímetros y límites.

“La distancia produce distancia”. Sea cual sea, geográfica o emocional, los científicos de mi laboratorio me han corroborado empíricamente sobre mí la vulnerabilidad de mis afectos. “Ojos que no ven, corazón que no siente”, “si no lo veo, no lo creo”. Son contadas las ocasiones y personas que poseen morada en mi mundo si no las veo y comparto frecuentemente con ellas, las que se salvan es por su comprometida atención y preocupación. Por algo han desfilado muchas personas en mi camino, las cuales salieron por no responder a tiempo mis llamadas telefónicas o mis intenciones de junta. Sí, soy caprichoso y rencoroso con mis afectos, mi defensa personal es tan soberbia que siquiera accede a decir cínicas disculpas por su actitud.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
"Acontecimientos radicales provocan decisiones radicales". Términos de pololeos, desiluciones, engaños, traiciones, mentiras, caídas fuertes, etcétera y etcétera. Siempre que ocurre un terremoto, los ratones salen de sus guaridas, escapando y buscando nuevos nidos. Somos animales al igual que ellos. Cuando hay remezones de gran magnitud, escapamos alejándonos lo mayor posible del lugar de la catástrofe y llegamos a tierras lejanas para establecernos allí, deseando que todas las consecuencias de la colisión se queden en ese territorio, y esperando que si algún día se decide regresar, todo este impecable o al menos bien reparado.
Si es la mejor opción, no quiero emitir juicio pues cada cual enfrenta las plagas de formas distintas. Obviamente, cuando las decisiones de otros afectan mi reino, cuesta ser objetivo.

“Me encanta la reciprocidad”. Si me quieren mucho, quiero mucho. Si me entregan mucho, entrego mucho. Si me patean…patearía, pero es tan de la vieja escuela que ahora: opto por abandonar elegantemente aquel momento u confío en mi tolerancia y las enseñanzas de Gandhi para el combate. Fuera de analogías, tiendo a ser muy justo a la hora de analizar y responder, pero, cuando hay una importante dosis de estima y esperanza en la otra persona, omito la reciprocidad.

“Te Quiero Mucho / No te imaginas cuán importante eres”. Cuando existe confianza y esperanza, se siente topísimo cuando dan esos arranques de sinceridad y sencillamente pronuncio esa frase que desempolvé sólo hace escasa temporadas. Si va acompañado de sonrisa, encurvamiento de ojos y cejas y un cálido abrazo, creo que más sensibilidad rebalsaría mis propios límites de cuánto puedo demostrar al resto.

“Abril se viene con todo”. Llegó el momento de los exámenes extra e intra personales, los existenciales y quizás algunos más que se añaden conforme el momento.

Si ha compartido conmigo últimamente y piensa que faltó alguna frase, favor de estipularla en los comentarios.

miércoles, marzo 12, 2008

Cambio de temporada


Escribí esto el 12 de diciembre del año pasado:
Miedo. Tengo miedo. Ya sin planes, más que Año Nuevo. Enero y febrero suenan como largos meses donde deberé encontrar ocio tan significativo capaz de ocupar una larga tarde en algo productivo, más que un “You Win” de algún juego fuera de temporada.

No quiero trabajar, quiero estar libre. Libre para la nada. Libre para ver si surge algún plan, por si baja el ejercicio compulsivo de nuevo, por si baja el empedernido escritor, por si aparece un plan loco y apresurado, por si aparece el romeo que espera mi corazón.

Y tuve de todo: el ejercicio compulsivo, tardes de nada, planes locos y apresurados, escritos sinceros. Obviamente, el romeo que espera mi corazón lo dejo así: esperando.

Ahora, es marzo de nuevo. Miedo. Podría y querría hacer tantas cosas, pero aún no me siento en marzo. Se acabó el verano revelador de mis personalidades y personas. Quizás se acaben las revelaciones, las personalidades y las personas. Quizás prolongue el verano hasta el próximo break de julio. Quizás tome de nuevo a esas páginas de conocimiento como chocolate calmante de ansiedad. Quizás no haga nada. Quizás realice eventos que siquiera se me han ocurrido mencionar en este texto.