sábado, agosto 09, 2008

En un frío despertar (13va parte)

Amaneció. Amanecí. Abrí con dificultad los ojos, los sentía enormes. Miré el techo blanco de la habitación, y luego me moví un poco para correr con una mano la cortina, necesitaba ver que brillaba un potente sol. Me enceguecí por instantes y la cerré. Me espabilé, abrí la ropa de cama y puse mis pies en el piso. Enderezado agarré mi teléfono móvil y lo prendí. Unos momentos y me llegó la alerta de llamadas perdidas: casi todas de él, una de Jaime y otras de amigos. Parecía que algo alertó al mundo que volvía a llorar con inicial A. Dejé el celular en uno de los bolsillos del camisón del pijama y suspiré. Aquí vamos, de nuevo, el inicio de una nueva rehabilitación.

Me giré, di dos pasos a la izquierda y me observé frente al espejo. Me detuve en mi rostro. Demacrado. Los globos oculares y la boca hinchados, a pesar de la calidad de la luz de la pieza, noté el camino de las lágrimas a través de las mejillas. Otro suspiro y moví mi cabeza en señal de negación por lo que me permití de nuevo.

Me instalé frente a la cabecera de la cama, la desplacé y retiré todas las cubiertas. No quería seguir teniendo su olor en ellas, eso al menos lo podía quitar con mucho detergente. De mi interior, ni con aguarrás podía eliminar de momento los rayones de su plumón permanente. Tomé de un extremo el conjunto de frazadas y sábanas con la mano izquierda, y en la puerta de la habitación, cogí la ropa mojada con la derecha y la levanté. Avancé por el pasillo y bajé la escalera arrastrando las telas. Llegué al cuarto del lavado, las separé en similitud de colores, para terminar depositándolas en la lavadora. Mucho detergente, pulsar unos botones y comenzaba a escuchar el sonido del agua cayendo sobre ellas.

Observé que el camisón que usaba. Se había mojado por las prendas humedecidas que cargué, aunque mi atención recayó en los puntos sobre él. Estaba llorando y no lo notaba. Inspiré, me pasé los dedos por los párpados y me grité en voz alta: “no más”. Sabía que no cumpliría, pero alguien debía intentar rectificarme, aunque fuera yo mismo. Tenía vergüenza de contar a mis amigos lo sucedido, aceptar que después de todo y las decenas de conversaciones en que planeamos la muerte de Alan por hacerme sufrir…yo voluntariamente salté al fuego para que me devorara. Siquiera tenía suficiente ceso para pensar en mí, por lo que decidí cambiar el tema que ocupara mi mente.

Caminé hacia el comedor. Seguía ahí la enorme poza de agua sobre la mesa, y las rosas sangrantes dispersas por el piso con una alfombra mojada. Él es tan imbécil, yo soy tan imbécil. Redimido por un ramo de rosas, un beso y palabras suspicaces, calientes y con aroma a verdad. Definitivamente mis sentidos no estaban operando a mi favor en el instante que accedí a todo esto. Sentí que por cada tallo que cogía, era una burla por mi ingenuidad siempre negada. Armé nuevamente el ramo y avancé raudo hasta el basurero de la cocina, pisé el pedestal de este y ahí terminaron esas espinas…las otras, no tenía idea de cuándo podría arrancarlas.

Tres meses y medio después me encontraba dirigiéndome a la universidad. Debía y había continuado, con torpeza, llanto y dubitaciones…pero continuado al fin y al cabo. El primer mes fue terrible, mucha lluvia y nubes altas profundamente grisáceas, a pesar que el clima se comportó mezquino y no fue del todo solidario al manifestar también un poco de esta. Al menos cinco de los siete días de la semana recibía llamadas a mi celular de él. Jamás las contesté, no quise siquiera escuchar su voz. También decenas de mails, que fueron decayendo en su extensión. Comenzó por echarse toda la culpa, de que yo era un gran tipo, que no lo supo apreciar, etcéteras y etcéteras que sin mis respuestas terminaron el último correo electrónico con “lo entendí y me cansé, no te buscaré más”.

Un día salía apresurado a una junta con una amiga, cuando cerré la puerta y me topé con su blanco vehículo, y la puerta que rayé con algo parecido a pasta muro. Sólo le pegué una mirada de desprecio, que entendió bajo sus oscuras gafas. Caminé hasta el Metro, sabiendo que él conducía a 20 kilómetros por hora para seguirme el paso. Si se hubiera bajado del automóvil, tal vez me permitiría emitirle alguna palabra. Afortunadamente, no lo hizo y sólo ocurrió una vez este hecho.

Contarles a mis amigos no fue agradable. Obligado a escuchar la innegable verdad en sus sermones. Aceptar ante cada uno de ellos mi error y mi inconsecuencia, y nuevamente, crucificar a Alan como un Jesús que murió más de seis veces en la misma semana. Definitivamente, concluí con todos que fue una falla con mayúsculas, pero siempre superada por la falla que representa él mismo.

Pero retomé los bríos, luego de las más de cien mañanas en que desperté y simplemente continúe… obviamente, enterrar su recuerdo en un cementerio fue tan difícil y tuvo dilemas como abrirle la puerta aquella fría mañana. Aunque actualmente, es parte de mi currículum de desaciertos, de mis objetos de llanto, de mis cariños no correspondidos, de mi errático corazón. “Seguir adelante” ha sido la consigna, y al menos, tengo tranquilidad y un camino firme a la felicidad sin tomarle la mano a nadie, pues Tomás Moro y Utopía no están en mi biblioteca actual. Seguía vivo, intentando perder el trauma a conocer a otra persona y repetir algo similar a él y mis intentos de desclavarlo con otro.

Roxana, en un intento de seguir con mi tratamiento de despeje, el cual ya incluía muchas películas, salidas a caminar, conversaciones y bailes en discoteques; me ofreció ir al cumpleaños de un conocido de su trabajo de cocinera en un restaurante. Acepté, era sábado por la noche y no tenía mejor panorama que oír algo de música y esperar a Morfeo.

Habrá gente linda” salió de una pícara sonrisa cuando me contó por teléfono. Me arreglé para la ocasión, todo bajo su atenta mirada. Jeans azules, camisa blanca, zapatos oscuros y chaqueta negra, con un merlot de cepa prestigiosamente cara como accesorio para quedar bien ante el festejado. Mi amiga deslumbrante en falda marrón y tímidos tacones para estilizarla. Un indicio de que no era cualquier celebración, aparte del hecho de que se encontraría su jefe entre los asistentes.

Entramos al adornado departamento, ubicado en los altos suburbios de la cuidad. Nos recibió el festejado, los protocolares saludos y entrega del presente. Avanzamos por un oscuro pasillo al living. Saludamos a todos, Roxana se despegó para ir a saludar a sus compañeros, cuando yo me senté en un espacio del sillón plomizo. Observaba la decoración hindú del lugar, la cual ostentaba más de un viaje intercontinental. Giré el cuello para mirar hacia la terraza, por la altura, la vista debía ser bella. Noté una figura de alguien inclinado, seguramente fumando. Volteó y con ello mi percepción de armonía del territorio. Alan con un cigarro en la mano izquierda y una copa de vino tinto en la otra.

Apuesto que su cara desfigurada por la impresión al verme sentado ahí supero la mía. Se acercó rápidamente, tanto que tropezó un poco con el soporte en el piso del ventanal y derramo algo de licor en la alfombra. Ambos soltamos una sonrisa por el hecho. Me paré, para buscar a mi amiga y huir. Pero él me detuvo con “espera”.

(continuará)

2 comentarios:

R!sk dijo...

Wn, Pensé Que Era El Capítulo Final, Estaba Tan Atento Esperando El Zarpazo, Pero Nunca Llegó xD

Este Texto Me Suena A Tan "No Dejes Que Borren El Sol De Tu Dibujo" Que Me Trajo Un Montón De Recuerdos Bastante Añejos.

Este Tipo Es Tan Seco Que Seguramente No Se Impuso El Olvido Como Meta "En Tiempo Record", Finalmente, Al Parecer, O Por Lo Menos En Parte, Dejó Al Descarado Amante En Un Montón De Cenizas Que, Según Mi Lindo Cerebrito, Están Aún Un Tanto Tibias Como Para Volver A Armar El Asado Del Protagonista, Sin Embargo, El Tipo Es Tan Astuto Que Saldrá Airoso, Estoy Seguro.


Ahora El Dato Anexo:
Cuando Leí "Utopía" Me Acordé De Tu Imitación De Belinda Con El Pelo En La Cara (Wajaja) [Emoticón Parpadeando]


Saludos
R[!]sk
Desde El Súper Cielo De Los Enamorados.

[De Fondo Suena Heartbreaker (Es Tan "Ad-Hok) (A) ]

Felipe! dijo...

Muero. Es que lo que yo ya pensaba que era historia, nada!, Alan apareció de las tinieblas, de manera casi holográfica, para qué? para cagarle la vida a Damian, es que así no se puede poh!.
Este capítulo está igual de bueno que el resto, onda no has decaído, todos son igual de atrapantes, quiero saber ahora lo que pasó, se habrán ido del dpto? o Damian se quedó hablando con Alan?... AHHHHHHHHHHHHHH! no puedo esperar mas! ReRe cuentame mas por msn, si? (a)



Te adoro miki ;D