Mojé el piso de cerámica clara con mis saladas y amargas lágrimas. Me decidí soltar de la perilla. Caminé por el pasillo, de vuelta hacia el ascensor. Pulsé la flecha hacia arriba. La metálica puerta se abrió de inmediato, parecía que me estaba esperando; o que tal vez, nunca se movió de ahí porque sabía que saldría rápido.Dentro de él, presioné el uno y escuché un: “¡Damián!”. Recién ahí levanté mi vista para ver su reflejo en el espejo del ascensor. Con los ojos inmensos, demasiadas nubes en mis ojos para distinguir, seguramente, el aguamarina de su perdón. Y se cerró la puerta, dejándolo frente a la de su departamento con los brazos caídos y en ropa interior. Yo me observé: seguía impecable, excepto por los contornos del agua a lo largo de mi rostro.
Un sonido, primer piso. Salí del edificio. Mirando alrededor noté su auto, volví a derramar agua. Furia, furia y más furia. Me acerqué hacia el blanco vehículo con determinación. Frente a la ventana del piloto, miré dentro. Me distrajo la parpadeante roja de la alarma a un lado del volante. Metí mi mano izquierda en un bolsillo de la parka y saqué mis llaves. Un poco de resentimiento más y ya había rayado “Maricón” con letras grandes y rectas en la puerta de su transporte, con el filo de la que abría la puerta de mi hogar.
Observaba con dicha mi obra cuando un “¡Oiga!” me reactivó. Era una voz algo envejecida, giré y noté al rechoncho guardia a metros míos. Con su pelo y bigote canosos y el signo de interrogación incrustado en la cara. Reí nerviosamente un poco y sólo pude contestar con “Se lo merece”. Su expresión cambió a una de impresión, seguramente mis facciones develaban lo devastado de mí o tal vez todo le parecía un hecho incoherente del que no quería sacar conclusiones. Guardé mis llaves.
Emprendí la marcha de nuevo. Pasé por lado del guardia y de la entrada al condominio. Ya había oscurecido el día casi por completo. Me instalé el reproductor, comenzó la música y comencé a correr. Corrí, corrí. Me quería alejar de él, de su recuerdo, de su mala jugada, de mi mala creencia. Mi pelo se agitaba por la velocidad, se hacía imperceptible mi llanto, no distinguía si las gotas en mi rostro eran mías o del cielo. Pisaba cada posa en mi camino, no me importaba chapotear, mojarme o salpicar. Sólo quería llegar luego a la estación de Metro y a mi hogar.
Nuevamente: boletería, andén, vagón. Ahora, sólo contemplaba el piso porque no quería ver la cara de nadie, no quería el juicio de mi idiotez ni la lástima por mi caída. Observé con tristeza como estaban mojadas mis zapatillas y los bordes de mi pantalón negro. Lloré discretamente en la esquina de ese vagón, me sentí tan estúpido y a la vez patético por hacerlo.
Salí de la estación. Llovía con potencia. Las gotas parecían rebotar al chocar contra el piso. En instantes estaba empapado por completo y con armonías en mi oreja hablando burlonamente de amor y encantos. Mi paso era tranquilo, la lluvia ya no era nada de que refugiarme. Terminó mi llanto a tres cuadras de mi casa, en la solitaria calle.
Estaba insertando la llave en la puerta cuando sentí un bocinazo y luces amarillas me alumbraban. Volteé sobresaltado. Alan al volante de su automóvil. Yo inmóvil, seguramente con mis pupilas bien dilatadas por la luz que apenas hacía distinguir su rostro entre la espesa lluvia. Aún sosteniendo la manilla de la puerta y sujetando la llave. Se bajó del auto, y volví a ver mi mensaje demarcado en aquella pintura.
- ¡Perdóname…por favor…perdóname! —una sincera voz y un mojado cuerpo, ahora, vestido— La cagué, lo reconozco ¡Soy un weón idiota! —la potencia de su enunciado frustrado por el ruido del aguacero— ¡Te quiero!
- Si tanto lo haces, por favor, respeta esto: ¡no me busques más! —un lánguida tono y abrí la puerta—.
Cerré y emití un largo suspiro al estar por fin en mi refugio. Busqué en la penumbra el interruptor de la sala, lo encendí y me hallé frente sus flores. Ahí, al centro de la mesa, majestuosas. Di pasos hacia ellas, alcé mi brazo derecho y de un golpe las boté. Volaron y cayeron al alfombrado piso en varios grupos, esparcidas como trozos, como estaba mi integridad: partida en trozos. Los dejé ahí, con el agua chorreando desde un borde de la mesa.
Crucé el comedor, subía por la escalera y escuché un knock knock. Lo ignoré. Llegué a mi pieza luego del corredor. Encendí la lámpara y me desprendí de toda la ropa. La dejé en un rincón a un lado del mueble del televisor. En la mañana secaría ahí, como también en el primer piso; recogería las rosas y las botaría. Busqué un slip seco y me enfundé en mi pijama.
Sentado en mi cama, con los brazos apoyados en el colchón y cabizbajo. Oí el timbre en siete intentos. Cesó. Sonó el teléfono y percaté que su nota seguía sobre él. Me levanté, la tomé con una mano y con la otra cogí el auricular.
- Escucha. Las cagué feo. Soy un imbécil…tienes que perdonarme. Todo lo hice por ti, estaba inseguro de si me aceptarías de nuevo…prometo que no volveré a ver Jaime, y menos consumir cocaína…por ti estoy dispuesto a tanto, por ti ¡Por favor, entiéndelo! —una exhortación de proporciones— ¡Te quiero, weón! ¡Te quiero! —arrugué su nota con mi puño, la depositaba en el basurero cuando noté que su fotografía seguía ahí—.
- Si tú no eres capaz de sacarte de la basura, nadie lo hará por ti. Yo siquiera quiero intentarlo, ni volver a oírte del otro lado del teléfono…adiós, Alan —tranquilamente tajante—.
Corté y descolgué el auricular. Aparté su foto, la tomé con ambas manos y la desmenucé a ritmo pausado. Dejé los trozos en su origen: ese recipiente con desechos. Derramé un par de lágrimas. Un melódico sonido ahora: mi celular en el bolsillo interior del pantalón tirado. Caminé, me encuclillé y saque el móvil. Era él. Le corté y lo apagué, sin siquiera ver la hora. Lo dejé sobre el escritorio. Apagué la luz, sólo la tenue luminaria ciudadana que se filtró a través de las cortinas. Abrí la ropa de la cama, me introduje en ella. Estaba su olor en las sábanas, en la almohada, hasta lo sentí en mi indumentaria.
Recién allí, allí reventé en agua salada como las nubes reventaban en dulce. Tan estúpido. Le creí. Me dejé engatusar por él. Meses de llorar con su nombre. Meses de tenerlo presente y doliente como una mala operación. Bombear sangre y sentimientos en vano, por un pelmazo que destruye lo que quiere. Jamás debí volver a abrirle la puerta, jamás debí contestar el teléfono. Jamás debí creerle que podríamos tener algo serio. Tropezaba a conciencia con la misma piedra, y lo único que volví a aprender es que Alan es un idiota y las caídas dejan rasmillones punzantes.
Quería odiarlo, pero sólo podía hacerlo conmigo mismo. Me caga a horas de pedirme disculpas. Yo fui el iluso que creí en él. Contratar a alguien para que me siguiera ¿Qué tan lejos llegaría su actuar? En esa delgada barrera de locura y pasión. No podía perdonarlo, debía recordar que tengo dignidad y que tengo límites. De él puedo esperarlo todo, que se acueste con mi enemigo para calmar su sed y pedir sinceras disculpas, pero el arrepentimiento propio nunca será suficiente. Me sentí como un juguete, que alguien manipuló y desecho. No puedo ignorar sus “te quiero”, pero tampoco puedo ignorar los “me quiero”. No puedo sostener la mano de alguien que me soltará en el momento menos pensado.
Entre mi y el aguacero, me dormí.
(continuará)


5 comentarios:
No puedo sostener la mano de alguien que me soltará en el momento menos pensado.
ja muy verdad por eso ya no confio en nadie y sere soltero para siempre =)
buy wen capitulo =)
xau cuidate!!
Simplemente lo amé, tanto o mas que a mi mismo xD!...
No puedo ignorar sus “te quiero”, pero tampoco puedo ignorar los “me quiero...” eso es lo mas difícil de aceptar, lo mas difícil de llevar a la práctica. Alan de mierda, por qué mierda es tan maricón, explícame eso por favor.
Y Damián es tan humano, es tan confiado... no se, amo leer, pero a veces me da impotencia no poder hacer nada...
Amé cuando Damián le rayó el auto, eso hace una verdadera zorra (H)
Ya eso es por hoy... me duele algo la cabeza, no sé si por pensar mucho o por hacer el intento de no pensar :S
Te adoro
Dios, Wn!
Primero, El Tirón De Orejas Lo Dejé En Msn.
Segundo, Espectacular En Partes:
Rayar El Auto, Los "Me Quiero".
Tercero, Siento Un Poco De Nostalgia, Pero Muy Mínima Al Leer, Pues Se Asemeja Bastante (Como Trasfondo) A Mi Antigua Situación.
Creo Que Ahora Entiendo De Dónde Venían Esos Consejos Tan Acertados =D
Saludos
R[!]sk
Desde Las Profundidades De Los Libros De Cálculo xD
wow
por un momento me metí tanto en la trama que lo único que quería es que se abrazaran....
qué iluso
en verdad me deja mucho qué desear la historia
y no porque no sea buena!!!!
sino porque quiero leer la 13ava!!!
(no el dífono consonántico tr por honor a la talla vip.... XD!!!!!)
XD!!!!
oie pero
por la forma de redactar las oraciones...que es cortada...pues hay muchos puntos
siento que te encanta ser catégórico y manejar la historia a tu antojo
siento que te cortas mucho también en detallar más cosas... el segundo plano está en quinto plano, quizá por lo que hablamos de no influenciar lo que podamos pensar los lectores del ambiente que rodea cada escena....
Sabes que me gusta hacer público todo, me lo has dicho, quizás me lo reprochaste... pero yo soy así y a veces me siento mas aliviado cuando muchas personas se enteran, me gusta que me compadezcan, que me den su cínico apoyo.
Esta no va a ser la excepción. René, dicúlpame si es que reaccioné mal con lo que hablamos ayer, te juro que aunque en ese momento me "dolió", después [conversando con mi psicólogo personal] me dí cuenta que si omitiste es cosa tuya, yo por muy amigo que sea no puedo pretender saberlo todo.
Espero que esto no sea un deterioro, sino que una fortaleza, no quiero que por estupideces nos sintamos mal, no quiero que pienses que te odiaré por el resto de mi vida, o como tu mismo dijiste, que esto te pueda llegar a bajar puntos.
Nada pasará, simplemente obviaremos lo que pasó, haremos como que nunca hablamos del tema, no quiero saber nada, NADA!... y si algo mas sabes que no me has dicho, creo que podría ser el momento, así hacemos un COMBO, Treinta Omisiones por un desprecio, Jajaja!.
Te adoro miki, eres tan importante para mi que no me permitiré un enojo por una cosa que, quizás, no vale la pena.
Como dijo mi presidente Richy Lakes, hay que siempre mirar la parte llena del vaso y ahora lo aplico, es mas lo que recibo de tí que lo que no, siempre has estado, siempre me has aconsejado y creo que lo que pasó es un error que no merece opacar lo anteriormente mencionado.
Hablamos, dale?...
Adiós Amigo Mejor.
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